Artículos

El consejero bíblico


La mentira: ¿por qué mentimos y por qué las creemos? / Continuación

... de siniestros. Se aumentan las ventas posicionando productos de la manera más favorable posible, a menudo prometiendo más de lo que pueden ofrecer. Los comercios exclusivos nos persuaden diciendo que tal o cual compra es exactamente lo que necesitamos. Las empresas de cigarrillos soplan humo en nuestros ojos, creando la ilusión de que esos héroes tan buen mozos que visten jeans ajustados y un sombrero chic son lo mejor, y que los cigarrillos no producen adicción.
Un alto ejecutivo de una compañía electrónica en California, en forma regular recibe cartas fraudulentas por correo. «Nigerianos que se presentan como contratistas independientes nos piden papel con membrete y un cheque en blanco pues quieren usar la cuenta bancaria de nuestra firma para encauzar dinero, dice. Le hablan a nuestra codicia porque alegan que nos hará ganar mucho dinero. Además, uno quiere ayudar porque ellos alegan que su gobierno no permitirá que salgan los fondos a menos que una compañía de los Estados Unidos actúe como intermediaria».
Por qué creemos las mentiras
Si estuviéramos dentro de un campamento de prisioneros enemigo, sabríamos que la mayoría de lo que oímos o vimos en el mejor de los casos era propaganda, y en el peor de los casos era una mentira. Pero en un mundo de engaño, donde la gente da vuelta palabras para su propia ventaja, rara vez cuestionamos la veracidad o investigamos fuentes de información. Cuando estamos delante de alguien que conocemos, y de quien sospechamos está mintiendo, a menudo nos quedamos sin habla. ¿Por qué?
La credulidad extrema y la vulnerabilidad personal asustan. No podemos creer que seamos capaces de ser inducidos a creer algo que no es cierto o que confiamos en una persona que no merecía nuestra confianza. No queremos admitir que nos pueden manipular.
Nos resulta vergonzoso y doloroso confrontar nuestro potencial para la exageración y/o la maldad. La verdad revela nuestros propios secretos: mentiras que hemos dicho, las cosas que hemos hecho y las personas a quienes hemos herido. Para contemplar nuestro lado oscuro necesitamos una sinceridad despiadada, y más aún para admitirlo. La verdad que libera también lastima.
Negar lo que ocurre parece más fácil. Nos agrada la otra persona y queremos creer lo que está diciendo. Queremos volver a nuestro trabajo, a nuestra familia, a nuestra vida. Nos tapamos con la frazada de la negación, y nos auto convencemos de que la persona mentirosa está haciendo lo suyo para solucionar ...

Continuar leyendo