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El consejero bíblico


La mejor obra "juvenil" que puede hacer un pastor / Continuación

... que alguno de cualquier edad (sea joven o anciano) puede tener es su propia familia. De hecho, sólo el poder de Dios mismo puede causar que rompamos con la lealtad poderosa que existe en cada uno de nosotros para con nuestra familia de origen. No es sorprendente que Jesús afirmó "El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí" (Mt.10:37).
Cuando comencé el ministerio, pasamos varias semanas enseñándoles a los jóvenes los parámetros de Dios para las relaciones entre los sexos y los peligros emocionales, espirituales y físicos del sexo prematrimonial. Usamos diferentes recursos y métodos de enseñanza para impartirles un sistema de valores bíblicos para la sexualidad. Tiempo después me enteré que un par de nuestros adolescentes habían tenido relaciones sexuales. Recuerdo estar sentado con el joven en un restaurante, y preguntarle, "Carlos, ¿Tuvo alguna influencia en tu decisión de tener relaciones sexuales con Cristina, lo que te hemos enseñamos?" ¿Cómo piensan que respondió? ¡Nuestra instrucción no tuvo influencia alguna sobre su decisión! Él mismo admitió que su situación familiar tenía más influencia en su vida que nosotros.
Aunque no siempre podemos garantizar su comportamiento, nos parece que si los creyentes mayores y más maduros en la fe hubieran pasado tiempo trabajando con las familias de aquel joven y su novia (además de nuestra contribución como ministro de jóvenes), hubiéramos tenido más posibilidades de evitar algunas de las decisiones dañinas que tomaron.
Aparte de un compromiso personal profundo con Jesucristo, nada contribuye a la estabilidad del hogar más que dos padres que se aman entre sí y les comunican esto a sus hijos. Otros han dicho que la relación de amor entre los padres tiene más consecuencias que las relaciones con los hijos individuales. Muchas de las decisiones que toman nuestros adolescentes simplemente representan reacciones a la relación matrimonial entre sus padres. Por esto, la mejor estrategia para impactar a la juventud de nuestras iglesias implica fortalecer el compromiso de los padres unos con otros, con sus hijos, y primariamente con el Señor. El pastor y otros adultos maduros generalmente tienen más recursos personales y espirituales para esta tarea. Esto no significa que debemos dejar de ministrar a los jóvenes a su nivel, sino que debemos complementar esta faceta del ministerio con esfuerzos significativos hacia los padres.
Una ...

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